Bierzo Mágico

BIERZO uno

Al final de la escapada nos recibe Maite vestida de faena, tía cañera y estupenda. Viene de la obra en Valtuille, rehabilita la casa con buhardilla pensada para ver las puestas de sol más bonitas de toda la comarca. Férrea barandilla modernista con forma de serpiente, exquisita.

 

My lover and me nos entregamos a las cañas y los pinchos en Cacabelos. También “cae” visita a La Moncloa, se nos une Fernando, berciano de pro, y revela que León está muy lejos de este paraje majestuoso. Este antiguo hospital lazareto reconvertido en restaurante, acoge nuestras conversaciones preferidas: África, el desarrollo sostenible, la globalización… riquísimo discurso y agotador.

 

Al amanecer nos vamos a medulear: turismo familiar, senderismo asequible para todos los públicos. Un niño que nos saluda a través del eco de su voz por todo el valle, reflejos rojizos que maquillan la barbarie de esta vasta explotación de la naturaleza.

 

Matavenero, como te quiero. Casas imposibles en El Valle del Arco Iris. Avispados niños de oro con sus miradas doradas. Nos liamos hasta la noche, sin luna, frontal ni leches. Regresamos subiendo por la pista casi a tientas y con pocas esperanzas de éxito. La aventurilla nos pone a prueba: formamos un gran equipo y el premio llega en forma de suculento caldo berciano, ya en la templaria Ponferrada.

 

A la mañana siguiente, desayuno reconstituyente con Maite en Folgoso, no falta el kéfir, la panela, el polen, el dulce de melón… ¡La felicidad! Nos despedimos a lo grande en Colinas, un pueblo de postal donde se encuentra La Cantina: habas tiernas con patatas panaderas y huevo estrellado, jabalí y tinto rico. ¡Gracias Carmen! El tiempo está loco, entramos con sol y desde la ventanilla disfrutamos de la nieve y si quieres el arco iris, mandas un sms y ahí lo tienes también.

Lástima que hemos de retornar a nuestras vidas anteriores. Sueño con mi amante que me dice: “¡Ay, qué bien vienes de vez en cuando!”. Omito un: “Yo también te quiero… sólo de vez en cuando”.

 

BIERZO dos

Retomo El Bierzo apenas un mes después. Objetivo: Vetusta Morla y cocido maragato.

¡Menuda mezcolanza! Tabarés y Mª Jo míticos, los brasileños, Juankir, David and me. Forofos de la banda más sugerente de los últimos tiempos. El evento: Festiverde en Villaverde de la Abadía. Increíble conciertazo en el gimnasio del pueblo. Un lujo verles así, apenas dos semanas atrás tocaron en la Joy Eslava con llenazo absoluto.

 

Dormitamos en Carracedelo. La casita Alhamra, rojiza en árabe, recibe su nombre por el color que adopta el adobe azotado por el cierzo y el solete. Casera majetona que nos presta pan, sonrisas y hospitalidad a partes iguales, de regalín unas guindas en orujo. Cohen, el adorable mastín que pide caricias con la cabeza, nos acompaña a desayunar al Che, paredes atiborradas de anarcosindicalismo y jugosas hojuelas. Gente maja, de la de verdad.

 

Nos vamos a la cuna de la Maragatería… Ni hijo, ni árbol ni leches: una vez en la vida uno ha de ir a comerse un cocidazo a Castrillo de los Polvazares. Un paisano trovador armado de su guitarra canturrea: “tenemos el secreto del cocido”. ¡Y qué lo diga! Carnaca a degüello. Garbanzos mantecosos, perfectos. “Sopa Amazing graces”.Y pa´ suavizar… ¡Natillas con mantecadas y canela a saco! Brasil divertido dice: ¿Por qué nos hacen esto?

Estamos encantados de la vida y brindamos por la amistad, el sexo y la buena comida. La mejor filosofía zen para sobrevivir en la era sintética. Os quiero “pequeños desastres animales”. Os quiero mucho.