Byron estuvo allí

Stazione Termini. 6.00 a.m.

Siamo erasmus, pues que se note: calimotxo y petas circulando, ojeras, “fare tutto seguito” y olé. Amanece a las afueras de Roma y ya todos duermen en el pullman, se precisa recuperar horas de sueño. Una ragazza incluso porta su propia almohada. Esto es la vida erasmus, quién lo probó, lo sabe. Dino, el guía, se empeña en asustarnos con el volumen del micro y un sobreactuado ímpetu al iniciar cada una de sus intervenciones estelares. 250 erasmus en un autogrill o cómo ir al baño, tomarse un cappucchino y “hacer la cigarreta” sin perecer en el intento.

 

En Verona descubrimos que se han montado un chiringuito a costa de Shakespeare, que nunca estuvo allí, y de Julieta, que nunca existió en ninguna parte. Al supuesto balcón se asoman una media de 10 japoneses por segundo, que después luchan encarnizadamente por conseguir una foto tocando la teta de la estatua de Julieta, “Porta fortuna nell´amore” cuentan.

 

Una concentración de ciclistas se apodera de las calles adyacentes al anfiteatro Arena; las ciudades con bicis son más bonitas, ¡qué coño!

Una idea equivocada de Venezia: alojamiento en un palazzo con vistas al Ponte Rialto. Pues no. Dormitamos a las afueras, en un camping -¡¡en enero!!- con bungalows, eufemismo para referirse a unas casetas donde “fortuna llaman a que funcione il riscaldamento y el agua caliente”. Como contrapartida, está a nuestra disposición el “Gondola´s pub”, garito superhortera donde la asociación erasmus Campus in Roma “desorganiza” una fiesta de bienvenida.


Venezzia en carnaval se convierte en una ginkana, atestada por hordas bárbaras de turisteo feroz. Reafirmo mi animadversión a descubrir una ciudad con los ojos de un guía. El Gallego amabile y yo nos perdemos de la “manada”, así disfrutamos de nuestra mirada lenta desde el Ponte dell´Accademia.

Una princesita calza converse bajo el cancán, un “pequeño dragón” de 5 años se bate con un coetáneo y “temible león”, un tipo que “sembra” la reencarnación de Valle Inclán, la profesionalidad con que posan los paisanos disfrazados...

Venezzia es tan hermosa que antes de mirar, ya estás apretando el botón; es un sueño que temes ver desaparecer.

Suspiros de decepción en el Puente de los Suspiros, cancelado con paneles publicitarios.

 

Como buena freaky quiero visitar el palazzo donde habitó Byron, no logramos encontrarlo, pero nos sirve para patear bien todo. Bebemos vino caliente y compro unas preciosas botas rojas por 15 euros en una de las ciudades más caras de Italia. A punto estoy de caer en un canal y poco después vemos a un hombre, rescatado por su pareja del agua, caminar to´digno grabando sus huellas mojadas sobre el suelo.


Reflexiono que quizá todo esto sea mentira y en realidad estemos paseando por una escenografía, donde cada figurante hace su papel y nosotros, los ajenos al elenco, tan felices porque creemos haber captado un poquito de su esencia.