DIÁLOGO DE DOS AMIGAS ANTE LA AUSENCIA

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DIÁLOGO DE DOS AMIGAS ANTE LA AUSENCIA

 

Preludio

 

CHICA 1:

Deberíamos haber permanecido pequeñas… ser siempre unas adorables niñas con sus trencitas, sus vestiditos y las ganas de jugar intactas. Negarnos a crecer amparadas en nuestros juegos.

 

CHICA 2:

Muy bonito. Pero no nos está permitido ir en contra de la evolución de las cosas. La vida es como un río que nos lleva, nos arrastra y unas veces hay que agarrarse con fuerza a las rocas, y otras hay que dejarse mecer por la corriente.

 

CHICA 1:

Sí, eso es, nos gustaba mucho dejarnos llevar, vivir cada día como un momento único, irrepetible, insaciable… ¡Qué sensación más hermosa! Me descalzo porque me apetece sentir este suelo bajo mis pies y bailar y cerrar los ojos y… no me importa, puedes mirarme que yo seguiré bailando.

 

CHICA 2:

Ves, no resulta tan diferente a ser “pequeña”. Ni siquiera físicamente. Mira tu pelo, largo. “Hasta que no me haga la comunión no me dejan cortármelo”. O la niña que me “sale” cuando veo un perrín: “Guau, guau, es un zorrín”. Y piensa en sus mofletes de fresa.

 

CHICA 1:

Y cuando decidimos ser actrices fue precisamente por eso: Ganas de jugar.

Nuestra infancia quizá fue más imaginativa, hiperactiva, no sé. Querías jugar a tantas cosas que al crecer, necesitamos conservar intacta esa parte lúdica y seguir desarrollándola una vez entradas en la vida adulta.

 

CHICA 2:

 Y qué mejor manera de ganarse la vida así, jugando.

 

CHICA 1:

Pero con mucha técnica, preparación y talento.

 

CHICA 2:

Es difícil.

 

CHICA 1:

Muy difícil

 

CHICA 2:

Pero resulta tan sencillo.

 

CHICA 1:

¿El qué?

 

CHICA 2:

Hablar de ella. Es, era… más brillante, más sana y mejor persona que muchas de nosotras.

 

CHICA 1:

Es complicado no idealizar…

 

CHICA 2:

…y muy fácil quedarse corta, ¿no?

 

CHICA 1:

Muchas veces pienso en ella como en una cereza: rojita, carnosa y redonda.

 

CHICA 2:

Ñam, ñam, le gustaría.

 

CHICA 1:

¿Qué te gustaría a ti?

 

CHICA 2:

Me da apuro…

 

CHICA 1:

Adelante.

 

CHICA 2:

Una última conversación.

 

CHICA 1:

Dime tres palabras

 

CHICA 2:

Energía, generosidad, belleza. ¿Tú crees que nos ve?

 

CHICA 1:

A mí me gusta pensar que sí, que existe un agujerito fuera del espacio, fuera del tiempo por el que puede asomarse y mirar.

 

CHICA 2:

Y seguro que sonríe.

 

CHICA 1:

Seguro, así, muy grande

 

CHICA 2:

Y le gustará.

 

CHICA 1:

Esperemos que sí

 

CHICA 2:

Intentaría decir algo positivo, resaltar las partes más bonitas, no sé, la luz, la música, el cariño puesto en ello.

 

CHICA1 Y CHICA 2:

La esperanza

 

CHICA 1:

Ya casi estamos listas…

 

CHICA 2:

Sólo falta que alguien se asome por ese agujerito. ¿Lo ves? Ya estamos todos.

 

CHICA 1 Y CHICA  2:

¡Va por ti, Hanna!

 

                     

                            Para la mujer más libre que existió jamás, Ana González Lázaro, Hanna.

 

 

EL ARTE CON FORMA DE MUJER

 

Suena “La Pasión según San Mateo” de Bach durante la entrada del público y hasta el momento de comenzar la representación.

Se abre el telón y aparecen dos mujeres estáticas, parecen dos esculturas griegas, hermosas y proporcionadas.

Una de ellas, de porte aristocrático está sentada, lleva una túnica roja y un turbante que esconde una larga melena cobriza. Su actitud contrasta con la de su compañera que aparece de pie, desnuda, gatuna, la rodea con sus brazos y mira al frente con ademán seductor. Ojos verdes con ese brillo propio de quién ha vivido libre. Juno, que así se llama, comienza a acariciar la espalda de Lilith.

 

LILITH:

¡Chistt! ¡Chistt! Quietud, quietud ¡Mi amor!

 

JUNO:

¡Chistt! Quietud ¡Chistt! Quietud, no aguanto más este silencio…

 

LILITH:

Juno aún puede oírnos…

(entorna los ojos hacia dónde se ha marchado Klimt)

 

JUNO:

Pues que me oiga y también tú vas a escucharme: Quiero, necesito movimiento, correr, saltar, bailar… Klimt no me permite moverme, tú te pones celosa si me muevo. ¿Y dónde está Juno, el fuego blanco que arde en esta nieve fría? (Sale del cuadro)

Me estáis volviendo loca, está loco de atar. ¿Qué es eso del gallo y el dragón?

Evidentes símbolos masculinos rompiendo la “sensualité”, ¡Oh delicadas mujeres! ¿Tú crees que nos entiende realmente? Etéreo, ¡ja! (Juno le quita el turbante Lilith y deja al descubierto una larga melena cobriza) Lilith, Lilith…

¿Por qué no pinta mis formas? Mis pezones no son rosas, son rojos. No soy la costilla de nadie. Soy de barro como él. ¿Qué le va a transmitir a los demás? ¿Una visión delicada y poética del amor entre dos mujeres?

Me lo estoy imaginando: ¡Ummm, qué amigas más encantadoras! o ¡Vaya, vaya, bolleritas vienesas de principios de siglo, elegantes y calladas! Encarnamos a la perfección la fantasía erótica de cualquier varón heterosexual. (Juno estalla en una carcajada y calla de repente, se produce un silencio brusco e incómodo para el espectador)

 

¡Oh, Klimt por qué no te atreves a dibujar mi coño! Es el origen de todas las cosas. Si tuviera tu pincel, tus manos, pintaría mujeres abiertas de piernas, mostrando su sexualidad desafiante. Lilith, nos pintaría en el momento del éxtasis, mostrando dos serpientes de agua y fuego que se deslizan y penetran en ese lugar que el hombre, nosotras mismas siempre hemos temido.

Pero no tengo tus manos, ni tu talento. Sólo poseo mi cuerpo y mi cabeza y lo único que puedo hacer es desangrarme una y otra vez para volver a nacer. Y Dios me da ese don y me da también un látigo con el que fustigarme para que aprenda bien cúal es mi misión en el mundo: Sangrar, llorar y abrir mis entrañas para perpetuar la especie.

 

Las mujeres sólo podemos ser putas o madres y yo quiero ser las dos cosas, no puedo elegir. Puta por amar a otra mujer y madre porque tengo ese poder, lo único que nos ha sido dado gratuitamente.

Ahora, habla, desnúdate y atrévete a decirme que esconde esa expresión de “Ya estamos otra vez pequeña Juno”.

 

LILITH:

La quietud es necesaria para el movimiento. Es el aprendizaje. Escuchar, pararse, asimilar. El color, la locura, el mensaje, eso que tanto te preocupa llegará después.

Gustave es lento, tú eres demasiado rápida para sus manos. Respeta su ritmo y él sabrá reflejar el tuyo. Entenderá tu alma efervescente y locuaz desde tu cuerpo quieto, rebosante de energía embutida en aparente estatismo. Si te mueves demasiado perturbas su concentración. Imagina que van a tomarte una fotografía (lo simula y juega a enfocar a Juno) y el resultado es que te verías desenfocada, borrosa o incluso, ausente.

 

Juno es igual que cuando hacemos el amor. Combinamos tu pasión desenfrenada con mi mano lenta y firme. Alcanzamos el éxtasis con la perfecta simbiosis de lo rojo y lo azul y así es como, poco a poco, nos transformamos en serpientes gemelas que reptan, trepan, se extenúan, se acarician la piel.

Eso es lo que Gustave quiere de nosotras: acariciarnos suave, lento y delicado con su mirada para darnos forma con el pincel. Modelarnos, no quiere “oír” la superficie del alma, necesita “escuchar” para no equivocar la melodía. ¿Entiendes, pequeña Juno?

 

JUNO:

¿Por qué rojo y desnudez, por qué yo desnuda y tú cubierta? ¿Por qué ese espacio confuso, las flores, el gallo…? ¿Por qué rojo sobre rojo, esos trazos difusos, tu rostro sereno y el mío ausente? Ese estúpido maquillaje colorista, ¿No somos acaso suficientemente lúcidas?

¿Por qué mi cara no se corresponde con mi cuerpo? ¿Por qué cubre tus hermosos cabellos rojizos Lilith? El pecado, sí. ¿Por qué no nos muestra como somos, uña y carne? Somos la misma mujer.

 

LILITH:

Juno es la prolongación de Lilith…

 

JUNO:

…y Lilith es la prolongación de Juno. Pero ¿Por qué pinta un gallo? (ríe burlescaKikirikiki, se pavonea en nuestra imagen: clocloclocloclo, vigila a sus gallinitas (de exagerada a radical)

¿Quieres ser su gallinita, ciega, que estás ciega? (la cubre los ojos)

LILITH:

El gallo es pequeño. Está ahí, pero no se inmiscuye en nuestro espacio.

 

JUNO:

 Y tú, señora mía, permaneces en tu puesto. ¿Acaso no es así, querida y respetada señora?

 

LILITH:

¡Cielos, Juno! Hemos hablado de esto cientos de veces. ¿Quieres que Klimt pinte tu coño, pero no quieres aparecer desnuda? Me descolocas, no sé que decirte.

 

JUNO:

¿Por qué la desnudez no puede ser señorial? ¿Por qué tú tienes que ser el ama y yo la doncella? ¿Por qué tú representas, el mundo elevado, su mundo y para mi reserva la evidencia? Quiero que las dos aparezcamos evidentes y elevadas, equitativas. ¿Acaso no lo somos?

 

LILITH:

Él decidió que tú posaras desnuda y te entusiasmó la idea, ahora te espantas. Eres una veleta, no sabes lo que quieres, Juno, y quieres confundirnos a todos, como siempre.

 

JUNO:

¡Oh sí! Perdón mi señora. Pido disculpas: ¡Oh maestro! Por ser la criatura insolente que se rebela contra su obra. No me conformo por estar hecha de barro y en cualquier momento recibiré mi castigo.

Comenzarán a nacerme orejas puntiagudas y una larga cola y me convertiré en un demonio. ¿Pero ese papel no era el que te correspondía a tí? Lilith, señora del pecado…. no eres más que una burguesa sensiblera e hipócrita.

 

LILITH:

Juno, por favor, deliras. Tu verborrea no es más que un fruto de tu inseguridad. Te crees que con ser lo que eres no es suficiente. En el fondo te gustaría ser igual que nosotros, una burguesita lineal y disciplinada.

¿De verdad deseas eso, Juno? Ve con cuidado, porque puedes conseguirlo. Tu grandeza reside precisamente en que no seas igual que Gustave y yo.

Lo hermoso no es el equilibrio, la uniformidad. Te estás revelando como una reaccionaria, querida, y no hay nada peor, más insoportable y estúpido que una pobre criada con ínfulas de marquesa. ¿Es lo que quieres, Juno?

 

JUNO:

Me estás haciendo daño

 

LILITH:

Le estás ofendiendo

 

JUNO:

No me importa, Klimt.

 

LILITH:

A mí sí, estás ofendiendo a mi amigo, y con ello lo único que consigues, es desvirtuar mi relación con él.

 

JUNO:

¿Por qué no te “desvirtúas” con Gustave y te olvidas de esta pobre criada reaccionaria?

 

LILITH:

Estás equivocada. No sé como hacerte ver que para mí tú eres la mujer, mi mujer, y al menos por el momento esto va a seguir siendo así.

 

JUNO:

Gracias señora ¡qué dichosa soy! Perdona porque no soy digna de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará…

 

LILITH:

¡Basta ya! No seas infantil

 

JUNO: La la la la la la. La la la la la la. La la la la la la... No se te puede llevar la contraria ¿eh? No lo soportas, ya me retiro. Perdón no soy un ángel, soy un demonio, Lilith, aunque mi nombre no se corresponda con ello. Tú me otorgas ese papel y yo, mujer sumisa lo acepto. (Juno adopta la posición de una virgen rezando, después hacer una reverencia a Lilith)

 

LILITH:

(Emocionada) Mi amor

 

JUNO:

¿Amor? ¿Sabes lo que es eso?

 

LILITH:

Me estás haciendo daño

 

JUNO: ¡Jódete!

 

LILITH: Por favor Juno, niña mía.

 

JUNO: ¿Qué? (Se arrepiente) Tengo miedo, no quiero que nadie penetre en mí. Necesito guardar un pequeño espacio en el que nadie pueda entrar.

Su mirada, tu admiración, es demasiado para la pequeña Juno. No soporto como le escuchas, ese respeto. No soy más que una vulgar doncella. No tengo su talento. Yo no puedo deslumbrarte con nada.

Sólo tengo mi cuerpo y mi cabeza y esta excesiva sensibilidad que me está matando. No se como luchar por tu admiración. Temo que te vayas con él. Le envidio, lo entendería pero me haría pedazos.

Lilith ¿Cómo crees que sería, una estrella fugaz que deslumbra el cielo un sólo instante? ¿O una sucesión de pequeñas explosiones lácteas surcando el mar?

 

LILITH:

Juno eres el Cielo y la Tierra. Mi pequeña Diosa, nadie puede matar a un Dios.

No permitiré que nada te haga daño. Te quiero.

 

JUNO:

Ven hermana mía, ayúdame a llamar. ¡Oh, Dios de la desgracia no perturbes mi dicha!

(Comienza a sonar Kyrie del Réquiem de Mozart. Juno y Lilith se funden entre besos, abrazos y lágrimas)

 

LILITH:

No lo vamos a hacer.

 

JUNO:

¿El qué?

 

LILITH:

El cuadro. Si tú no lo disfrutas, yo no lo disfruto. Hablaré con él.

 

JUNO:

¿Harías eso por mí?

 

LILITH:

Est mussein, tiene que ser.

 

JUNO:

¡Gracias!

 (Ceremoniosamente comienza a encender la antorcha mientras Lilith dispone las velas)

 

LILITH:

Sí, sí, ¡sí!

(Juno asiente y se aproxima al marco del cuadro, parece que fuera a quemarlo ya que lleva la antorcha de la mano)

 

JUNO:

No, quiero que me muestres como pinta.

 

LILITH:

No, lo estás haciendo por mí.

 

JUNO:

Sí, por ti por mí y por Klimt. Deseo entenderle, aprender de su arte “con forma de mujer”. (Lilith la mira escrutadora) Lo deseo.

 

(Lilith avanza hacia el caballete y comienza a hacer trazos, mientras Juno colabora con pequeñas pinceladas. Se inicia un juego entre las dos, que se transforma de la solemnidad a la locura. Juno se pone el turbante de Lilith y atiende a las indicaciones de ésta)

 

LILITH:

¡Qué alumna más aplicada!

(Juno comienza a pintarle la cara, mientras se ríen de Klimt, de ellas mismas y se embadurnan de pintura mutuamente, hasta que se escuchan unos pasos de alguien que se acerca. Juno se asusta y con una mezcla de miedo y respeto recoge el desorden presurosa. Después se dirige al marco del cuadro y adopta su postura inicial en él)

 

JUNO:

¡Corre Lilith, corre, no quiero que lo estropeemos ahora. ¡Ven, ven aquí, vuelve a tu sitio!

(Quitándose el turbante que Juno le ha devuelto y recogiéndose el pelo como ella)

 

LILITH:

Vamos a hacer una travesura al bueno de Gustave. (Le coloca su turbante)

Huimos del paraíso en busca de un amor ilegítimo…

 

JUNO:

…mi madre se llama Eva, pero espero que mis hijas sean dignas hijas de Lilith.

 

(Se escucha el coro final de la Pasión según San Mateo de J. S. Bach)

 

                                                              Para todas las mujeres valientes que se aman